Nohora Elizabeth Hoyos
Por Víctor Solano Franco*
Un día pensó que debía hacer algo para que la gente comprendiera la ciencia y hoy está al frente de uno de los proyectos educativos más titánicos de cuantos se han realizado en Colombia.
Una
tarde tomó el teléfono y marcó los números
que le cambiaron la vida. Al otro lado de la línea le respondió
Alberto Ospina Taborda, el presidente de la Asociación
Colombiana para el Avance de la Ciencia (Acac). "Soy Nohora
Elizabeth Hoyos Trujillo y acabo de llegar de Yale. Quiero ser
voluntaria y hacer algo por la ciencia de este país".
La actitud resuelta le abrió las puertas y así comenzó
una carrera vertiginosa en el duro trabajo de la gestión
por la ciencia que hoy, entre otras iniciativas, se cristaliza
en una de las obras más espectaculares de la ingeniería,
para la educación en el mundo: Maloka. Por la ventana de
su oficina se le cuelan las ramas reverdecidas de un sietecueros
generoso. Un telescopio de regular poder, la foto de su familia,
un jardín japonés, un caracol en madera de caoba,
varios juguetes de ciencia, y más plantas, completan el
hábitat de Nohora Elizabeth, perteneciente a una especie
que parecía extinguida: los soñadores.
Mientras recibe al periodista, discute con la asesora jurídica los
temas que presentarán en una próxima reunión.
Esa tarde, a las 5, se reuniría en Colciencias y en las
horas de la noche volvería a encontrarse con su otra familia,
la biológica, la que le acolita esa locura que comenzó
hace algunos años, contra casi todos los pronósticos.
Precisamente, de esa época, a Nohora Elizabeth le quedó
un inventario de paradigmas negativos que hoy recuerda con jocosidad
y que colecciona como aquellas joyas del pensamiento retrógrado
y pesimista: "Espérese a que el país cambie".
"¿Dónde está su padrino político?".
"Aquí todo se lo roban". "¿Cuál
va a ser el asesor extranjero que creará el concepto?".
"Si lo llegan a abrir algún día, al otro lo
destruyen" y "Se va a quebrar". Aun con ese lastre,
Nohora Elizabeth perseveró junto a otros científicos
y gestores que con ella compartían su 'frustración
positiva' en su idea de construir país.
Desde 1990, cuando asumió la dirección ejecutiva de la Acac, impulsó
la Feria de la Ciencia que ha tenido hasta hoy un importante auge
en los colegios e instituciones de educación básica
formal, como medio para motivar a los niños y jóvenes
en su proceso de aprendizaje de la ciencia; creó Expociencia
y el Año Nacional de la Ciencia y la Tecnología.
En su trayectoria no han sido pocos los reconocimientos que ha
cosechado esta bióloga de la Universidad de los Andes.
El primero de ellos fue cuando fue elegida la mejor bachiller
de su colegio, el Elvira Lleras Restrepo, y el año pasado
fue elegida como una de las 'colombianas ejemplares', distinción
que otorga el diario El Colombiano. Así, esta mujer -que
sigue gobernada en su interior por la niña que se trepaba
a los árboles, les sacaba los ojos a las muñecas
para ver qué tenían por dentro y se gozaba las 'coca-colas
bailables'- estimula a diario su curiosidad infinita y se maravilla
de las cosas más simples, pero más complejas a la
vez: "Me encanta caer en cuenta de que cuando veo una flor,
la veo en colores".
*Periodista
Tomado de https://www.semana.com/especiales/articulo/nohora-elizabeth-hoyos/75340-3
Descargo de responsablidad: Esta página está dedicada a Alberto Ospina Taborda y su único propósito es ofrecerle un homenaje, como fundador y presidente de Cienytec. Por lo tanto, no pretendemos promover, promocionar o sacar algún provecho de los documentos, creaciones, instituciones y demás productos de su trabajo, sino promocionar su trabajo mismo. Cienytec no tiene ninguna relación con las instituciones, obras o libros relacionados con nuestro fundador, excepto por el genuino interés de contar su vida y hacer un homenaje a ella.
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